jueves, 22 de marzo de 2012

Ideas revolucionarias por una enseñanza más eficiente.

He vuelto, ha pasado más de un año, cuando conocí por primera vez las ideas de mi nuevo profesor de naturales pensé que estaba loco, pretendía mezclar conceptos de la asignatura con nuestro día a día, y que trabajásemos dichos conceptos individualmente asociándolos con tareas domésticas...
Por si fuese poco, nos explicó su modo de trabajo, que consistía en dejar las libretas de lado, nos repartió un portátil por cabeza y nos mando abrir un blog...
Poco a poco lo fui comprendiendo y lo que parecía un desfase y un guiño a la vagancia de el alumno se convirtió en una pesadilla para el vago, nuestro trabajo quedaba guardado con fecha, no hay lugar para el engaño, pero después de todo resultó un apasionante trabajo, donde no se luchaba por una buena calificación, si no por el afán de aprender, suprimimos los exámenes convencionales, eliminando la tensión que eso supone, se acabo el aparentar ser un chico bueno y el matarse a estudiar un día antes, había que currar, las clases eran muy participativas y las explicaciones claras y amenas, recuerdo que eran cronometradas y apenas superaban el minuto, y rápidamente aprecié la notable diferencia con el resto del profesorado, y es que no sirve de nada exponer una idea muy explicada durante una hora, si no se da la oportunidad al alumno de interpretarla, no necesitamos a un adulto que nos lea el libro, sino a un profesor que nos induzca a desarrollar nuestras propias ideas a partir de los debidos conceptos.